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sábado, 16 de mayo de 2009

La Capilla

Al leer o escuchar a los intelectuales que disertan sobre la Tauromaquia en general o sobre algún aspecto concreto, suelen aparecer palabras como liturgia, mitología, ancestralidad…

Como ejemplo, traigo a colación al dramaturgo Albert Boadella que dice que “no estoy seguro de que la corrida sea exactamente un espectáculo, ni tampoco me parece una fiesta; más bien, creo que es ante todo y sobre todo un rito. (…) En el desarrollo de un ritual todo es más complejo, pues resulta imprescindible un protocolo en la forma de expresar los sentimientos a fin de llegar a obtener la catarsis de la colectividad”.

Pero, ¿qué es el rito? Según la Real Academia, es la costumbre o el conjunto de reglas establecidas para el culto o la ceremonia. Una de esas reglas en la liturgia taurómaca es la visita de todos los “actores” a la Capilla nada más hacer acto de presencia en la Plaza de turno para pasar de la soledad más absoluta a la algarabía de la multitud.

En el día de hoy vamos a hacerles partícipe de la Capilla de nuestra Plaza de Toros desde un punto de vista material. Es un pequeño recinto, perfectamente cuidado por Patrocinio Navarro que preside una imagen de la Inmaculada Concepción, en cuyos pies descansan estampas de distintas imágenes religiosas. La Virgen está custodiada por dos cuadros de Nuestro Padre Jesús Nazareno y de la Virgen de los Dolores, mientras que en la pared de la derecha se encuentran las fotografías de las imágenes de la hermandad de Jesús Caído, las de la Quinta Angustia, la del Señor del Gran Poder (Sevilla) y la de la Santísima Virgen del Carmen.

¿Por qué entran? ¿Qué pensamientos pasarán por la mente de quienes se adentran en este espacio minutos antes de jugarse la vida? ¿Hablan, rezan, piden, suplican…?

Pero no todos deciden entrar. En la corrida del viernes, uno de los espadas pasó de largo por la Capilla de nuestra querida Plaza de Toros. ¿Falta de fe, superstición, concentración…?